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«A ver… ¡si la Pazcuak terminó hace tiempo ya!», pensarás. Es verdad. No obstante, en cierto lugar de Amakna, en el jardín de cierta tía enrollada, sigue habiendo un codiciado huevo. Y quizás, gracias a este, disfrutarás de un bonus en el juego durante todo el fin de semana. ¿Difícil de creer?

Como cada año, La tita Caty invita a todos sus sobrinos a que celebren la Pazcuak en su jardín. Imagínatelo: una hermosa camada de dieciocho zurcaráks, de todas las edades y pelajes, correteando por la hierba, olisqueando, revolviéndolo todo, las macetas, el huerto, levantando las hojas, subiéndose a los árboles, mirando de reojo al vecino, por si las moscas…

¡La gran búsqueda de los huevos de Pazcuak de la tita Caty!

Esta es la época del año en la que los kwaks ponen más huevos. La zurcarák cuadragenaria pasa días con su delantal, los anteojos sobre la trufa, la lengua pinzada entre los labios, disfrutando mientras pinta las cáscaras de su cosecha personal de miles de colores. Acto seguido, los esconde con el mayor de los cuidados en su jardín de varias decenas de kámetros cuadrados. Y ahí no queda la cosa…

Entre los preciados huevos, siempre esconde uno con una particularidad: ¡es de chocolate!

Y cada año un miaumiausito distinto disfruta del obsequio.

Esta vez ha decidido que el regalo será para Keicha.

Pero ¿bastará con desearlo muy fuerte para que se cumpla el deseo?
 


En media hora, la sesión está finiquitada.

Los bribones zurcaráks ya lo han revuelto todo, han llenado su cesta, han compartido el botín y están listos para volver a casa después de llevarse un buen achuchón de la tita Caty. Solo hay una pega: ¡no han encontrado el preciado huevo de chocolate! ¿Se lo habrá comido alguien a escondidas?

Sea como fuere, a Keicha esto no le hace ni pizca de gracia. ¡Incluso se ha puesto de morros! Pero no se da por vencida… ¡y sus primos tampoco!

El tropel de felinos lleva días encontrando algún pretexto para pasar de improvisto por casa de la tita Caty para volver a probar suerte… Ni que decir tiene que la más decidida es la felina de tan solo cinco años. Conforme van pasando los días y el número de aspirantes va menguando, Keicha insiste y sigue explorando el jardín día a día.

Un día vio como una mariquita voló de su zapato hasta posarse en una clemátide. Keicha empezó a perder la esperanza. Hasta que la mariquita de los dioses volvió a alzar el vuelo y se metió por una abertura del vallado de la tita Caty… ¡y ahí fue cuando lo vio al otro lado! ¡El tan codiciado huevo! ¡¡No podía ser otra cosa!! El huevo se habría caído rodando hasta la casa de la vecina por aquella abertura.

Keicha disimuló su entusiasmo e hizo como si siguiera buscándolo cuando una de sus primas vino a despedirse de ella. Pero, nada más cruzar la puerta de la entrada, tendió su patita, tumbada boca abajo, ¡hacia su destino! Ya casi lo tiene…

 

¡PUF!

 

En una nube de humo rosa, apareció, en miniatura, flotando frente al rostro de Keicha: el gran félido —bueno, esta vez no era tan grande—, ¡Zurcarák en carne y pelo!


—¡Keicha! ¿Cómo estás, mi pequeña discípula?

¡¿Zurcarák?! —la pequeña se sorprendió y se puso en guardia—. No irás a quitarme mi huevo, ¡¿no?!

¡Ja, ja, ja! ¡Keicha! ¡Me encanta tu temperamento y tu ahínco! Digamos… que he venido a proponerte un trato. ¿Te gusta jugar, Keicha?

A modo de respuesta, la pequeña zurcarák vestida con un peto violeta le sacó la lengua y volvió a intentar atrapar su sueño.

¿Y si te dijera que el huevo… ¡se me ha podido extraviar a mí!… que no puedo dejártelo, pero que tengo otra cosa que proponerte a cambio?

—¡Mentiroso!

—Está bien… Te entiendo. En realidad, tienes una posibilidad entre dos de llevar razón. Pero, escúchame, esto es lo que te propongo: o me dejas este huevo, que es muy importante para mí, y yo te recompenso a mi manera a ti y a todos los doceros para que disfrutéis de la Pazcuak más tiempo, o eliges el huevo solo para ti y te arriesgas a que no sea el que crees que es… Porque es posible que al final no tenga nada de chocolate…

—¡Me he portado bien y lo he encontrado yo!

—De nuevo te doy la razón. Pero, mira: por un lado premias a todo el mundo, pero, por el otro, solo te premias a ti. ¡E incluso puede que tampoco!

La pequeña se levantó para pensárselo un momento y empezó a hacer pucheros. Tras esto, le empezaron a brillar sus grandes ojos. Se giró hacia Zurcarák, implorando con la mirada, seguramente la más adorable que se pudiera imaginar…

—Tu técnica es impresionante, Keicha. Aunque… ¡no olvides que soy Zurcarák! ¡Yo inventé el farol!

Keicha empezó a bufar.

—¡Vale! ¡Pero tendrás que recompensar a todo el mundo!

—¡Te lo prometo!

—Y el año que viene, ¡procura que yo vuelva a encontrar el huevo de chocolate!

—Veré qué puedo hacer…

 

¡PUF!

 

Entre una nube de humo rosa, el minino flotante y el huevo desaparecieron mientras aparecía en el lugar de la microdivinidad un papelito que revoloteó hasta dejarse caer sobre el muslo de la chiquilla, que estaba de rodillas. Cuando lo desenrolló, leyó en él:

¡Un 50% más de botín para todos!

—¿Qué…? ¡Y a mí eso qué me importa! —maulló… antes de girarse y de descubrir, atónita, ¡que el jardín estaba repleto de huevos de colores! Entonces, rompió uno para salir de dudas:

—… ¡Es de chocolate! ¡¡Son todos de chocolate!! ¡Tita Caty! ¡Tita Caty! ¡¡¡Hay que llamar a los primoooos!!!


¡Tú también puedes alargar los festejos de Pazcuak este año!

Del viernes 21 de abril a las 17:00 al lunes 24 de abril a las 9:00 (CET), ¡juega a DOFUS Touch y disfruta de un bonus del 50% en los objetos que consigas directamente de los monstruos vencidos!

El bonus no se aplica a las arenas y no influye en el drop de armas legendarias.

El pack de bonus puede complementar a este bonus.

¡GRACIAS, KEICHA Y ZURCARÁK!